domingo, 7 de abril de 2013

¿Es Posible escribir la teoría bolivariana de la Historia? Eloy Reverón


No es posible escribir la teoría bolivariana de la historia, no porque no exista, sino porque su existencia es dinámica, está en el plano de la realidad histórica, la cual equivale a toda la realidad vivida desde aquel primer momento que podamos recordar hasta la percepción consciente del instante presente, es decir, la sumatoria de cada segundo de la vida.

Si es posible escribir la teoría bolivariana de la historia, es posible porque su existencia nos ha llevado a identificarla con un nombre. En el principio, las cosas no tenían nombre, para identificarlas había que señalarlas con el dedo. Así lo enunció un profeta latinoamericano, cuyo nombre queda reservado para quien lo haya escuchado o leído su testimonio.

Podemos comenzar por llegar a un acuerdo con respecto a lo que entendemos con teoría. El mínimo común múltiplo de la teoría podemos enunciarlo con la palabra explicación. Explicar significa continuar de manera provisoria con el enunciado. ¿Cómo podemos entender que algo es bolivariano? Al igual que la palabra teoría, esto resulta muy complejo. Extraemos un mínimo común denominador de lo bolivariano. Su fórmula inicial equivale a la libertad multiplicada por la integración, elevado al cuadrado.

Alguna persona puede inferir que eso no es posible, y seguramente tendrá razón. Pero si en lugar de eso dijera otra fórmula como por ejemplo: masa por aceleración elevada al cuadrado, en eso si creemos religiosamente, como un misterio que no entendemos, pero que tenemos la certeza de que es verdad porque ha sido comprobado científicamente.

Detengámonos un instante sobre 1905 cuando Alberto Einstein describió la física del movimiento en el marco de un espacio-tiempo plano. Enrique Poincaré (1854 1912) había tratado de explicar la relatividad del tiempo espacio, la velocidad de la luz. A nosotros nos interesa la idea de que existe una relatividad entre el espacio y el tiempo, no plano, sino en el tiempo histórico. Simultáneamente suceden cosas en la China y en Venezuela, lo que sucede en todas partes cambia el rumbo de la historia. La historia de todas partes es la historia de la humanidad, de la vida, la historia natural. En una realidad mutilada, con un pedacito de la realidad, podemos tener a penas, una idea de las cosas, una muestra del universo si estamos conscientes de su relación con la totalidad.

Nuestra historia es menos compleja. Encerramos dentro de un paréntesis a la representación de dos fuerzas, para señalarlas con el dedo, para hacer conciencia de que existen. La fuerza de dominio colonial, y la fuerza de resistencia liberadora. Detrás quedan cerca de cincuenta mil años de historia desde que el ser humano comenzó a concluir el primer proceso de globalización, la globalización de a pie. Su distribución y evolución desde el momento en que Luci y Ardi descendieron de las ramas para iniciar el éxodo hacia la totalidad del planeta por la voluntad de vivir.

Señalamos con el dedo un momento sobre un espacio insular que los nativos identificaban como la tierra de Hatuey en la Quisquella, entre Borinquen y Cuba, al norte de Coquivacoa, al norte del Cabo de San Román o desde el puerto de Santa Marta. En la navidad de 1492, con los restos de la nao Santa María, dejaron construida la primera expresión arquitectónica del principio señorial de la cosmovisión hispano lusitana en Nuestra América. Le pusieron por nombre Fuerte de la Natividad y lo encontraron achicharrado con los cadáveres que aquellos primeros pata en el suelo que vinieron a hacer la América, quieres antes de morir ya habían preñado algunas nativas en aquello de la erótica de la dominación. Después del segundo viaje llegaron con caballos y perros, cañones y pólvora para imponer el dominio con la superioridad tecnológica.

La tierra de Hatuey fue pronunciada en la lengua gala como Haití, la Quisqueya mentada La Española, más tarde Santo Domingo. Allí mismo donde se construyó el primer cuartel, la primera Catedral, la primera Universidad, la primera plaza de armas, el primer palacio de Gobierno colonial. Son la figura ecuestre con la espada y la lanza; la Cruz, la figura geométrica y la Corona. Los cuatro principios que resumen la cosmovisión de Europa enunciados en la reflexión filosófica de José Manuel Briceño Guerrero, los cuales subsumimos desde su obra y los representamos con símbolos, como explican los masones sus enseñanzas para la construcción del templo interno, la representación del universo, el microcosmos que refleja el macrocosmos. En la misma forma comenzamos a explicar la relación de dominio resistencia liberación, que si no se relaciona con todo hecho histórico nunca se expresa en su justa dimensión si se elude esta relación.

Son dos extremos de una ecuación, el punto de choque de los vectores donde se encuentran las fuerzas, no hemos podido medir su intensidad, solo apreciamos que cuando una de estas fuerzas dominadoras es respondida con mayor intensidad de resistencia, comienza a vislumbrarse la liberación.

¿Qué o cual historia es esta entonces?

Simón Bolívar representa la expresión mejor acabada y culta de esa figura ecuestre que se impuso sobre aquella de los Amadices de América que habían conquistado un continente sembrando su estirpe en los vientres aborígenes. Los Centauros del Llano que se rebelaron contra la Oligarquía Criolla que se instaló en 1810 cuando la Corona española declinó su fuerza de dominación al ponerse de hinojos ante la fuerza militar de Napoleón Bonaparte.

Tres siglos después de haber llevado los caballos al llano, surge una fuerza inmensurable que termina de echar fuera al último militar y virrey para que la clase dominante piense en términos de independencia, pero la relación de dominación resistencia dominación había cambiado en cuanto a nuevos actores. Para una clase social, la independencia garantizaba su  posición de clase dominante, para los otros la guerra no había terminado porque la emancipación no había germinado sus frutos. Los sueños de libertad e igualdad no se realizaron con la Independencia.

La primera parte del ideal bolivariano en su forma más simple de concebir se había elevado a todas sus potencias, la independencia de un continente se había cumplido gracias al otro elemento del binomio elemental, Bolívar había sabido integrar todas las fuerzas de un continente para la independencia. La consolidación de la misma solo sería posible si el sector liberador no se partía o se dividía en partidos, como efectivamente el dominio económico e intelectual. Cuando finalmente España reconoció la independencia de Venezuela, los mineros ingleses cruzaban hacia esta ribera del Esequibo vibrador para explotar las minas hasta el Yuruari. Mientras los liberales y los conservadores vivieron la guerra que Manuel Caballero llamó la guerra de los cien años, financiados y refinanciados por la banca internacional. Lucharon hasta la ruina hasta los albores del siglo XX.


Hasta este punto nos interesa enunciar dos elementos del germen bolivariano, libertad e integración. Las antiguas colonias hispanas consolidaban su independencia, la Corona española asumía el asunto como la des – integración de su imperio en América. La cultura de dominación se desintegraba cuando la voluntad militar y política de esta América se integró, al perder la unidad entregaron su independencia a los acreedores de sus gastos de logística para la guerra. Las fuerzas racionales de dominio colonial, o neo colonial se imponen. La independencia integral que el presidente Chávez mencionó en su discurso, es una segunda independencia que está surgiendo de la integración de Nuestra América a través de instituciones como el Celac, el Alba y Merco Sur, por citar algunas de las variantes que surgen de la idea integradora.

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